domingo, 31 de enero de 2010

Soy tu fan


Mi actividad en el prolijísimo museo no ha sido de lo más satisfactoria la verdad... estoy paradita ahí gastándome los pocos pesos en fantasías de Puig y Copi (su hermana perversa).
Pero me he encontrado gratamente sorprendida por la presencia de D, hermosa él, encargado de la librería y talento argentino. De a ratos te trabaja la loca mala pero, con plumas y lentejuelas, te compra que da calambre. Ahora mismo estoy devorando sus textos. Escribe de lindo.
Está armando un blog de Liz (ojosvioleta) Taylor, que es bellísimo, con todo el puterío que corresponde ni una coma más ni una coma menos.

Conoce todos los textos que me gustan y todos los que probablemente me vayan a gustar en un futuro. Sabe mucho de teatro, literatura y cine. Me hice fan total.

P ahora está en Roma, soñando con conocer a Ava y contando que la vio a Marlene en vivo y en directo, de quien dice: "Personalmente es un monstruo, para colmo está flaca escuálida, la cara es amarillo muerto y estaba sin maquillaje. Lo que no ha perdido es la voz maravillosa y la clase para hablar. Después dobló varias escenas con una precisión de quedarse con la boca abierta, estaba muy nerviosa pero ponía un empeño en todo que lo he visto en nadie, es muy trabajadora y repite las cosas todas las veces que sea preciso. Tenía ganas que hablarle pero como estaba trabajando a todo vapor no me animé, es posible que la vea otra vez".

M volvió de su descanso veraniego y yo la echo mañana porque soy mala amiga. Hoy vamos a hacer noche de chicas y viene V a tomar algo fresco, que con este calor nadie aguanta y es mejor estar juntas y hablar de hombres, que quedarse deshidratada en soledad.

sábado, 30 de enero de 2010

Europa ha de ser ya el colmo


Conseguí Querida Familia tomo I y II que recopila las cartas que la hermosa tía Puig le mandó a su parentela desde Europa, NY y Río. Voy por las primeras y ya estoy enamorada. Son las que él escribió en el barco, camino a Roma, toda excitada porque está por llegar y maravillada por el viaje sentencia: "Europa ha de ser ya el colmo".

Leo a P y se me arquean las pestañas, siento que me hago más mujer, más puto, como él, deslumbrada con la idea de conocer nuevos puertos. Claro que Manuel viajó para convertirse en el escritor que terminó siendo. Aquel que me interpela como si dijera mi nombre al final de cada oración. Yo, en cambio, ni pista de lo que me espera, probablemente vuelva siendo la misma pimpinela, pero estuve probando sabores europeos y el pronóstico es alentador, he notado cambios liberadores.

Pienso en Puig y le agradezco, como a Lemebel, convertirme en un puto divino, en una puta hermosa, en una mujer de tacos, en una pimpinela eterna, gallega, tana y latinoamericana.

P escribió sus cartas en el camino de convertirse en la tía hermosa que me sirve el té en Vallejos, el que saca la radiografía de todxs, atravesado por el peronismo y las novelejas de carne y hueso. Yo trataré de documentar lo más posible de mi lanzamiento espacial, mandando los mails que correspondan a mi querida familia, a la que le debo todo lo demás.

Ahora a limpiar mi casa, que está descuidada por negligencia consciente. Que se viene otra semana más en este barrio-planeta, como diría un amigo nuevo, y N me invitó al cine con su marido a ver a la Cruz cantar.

En este enero febril, brindo por hacer de Buenos Aires un horno Tammy, con la sensación térmica muy por encima de la verdadera temperatura. Y brindo también porque este año le escapo al invierno, pura fantasía estival, de piel bronceada y alma nueva.



viernes, 29 de enero de 2010

Delicias de enero

Aunque la vida esté bastante compartimentada, este enero me ha regalado respiros en distintos envases. Gente nueva, compañía de mundo experimentada, dedicada al placer en todos sus sentidos. Gente vieja (sin arrugas), con ímpetu y voluntad, mimos antiguos y aventuras contemporáneas.

Hace calor. Es cierto. No voy a negar que el glamour se escurre gota a gota y que cuando una pasa horas eligiendo qué ponerse, el golpe de calor que el monopolio elige refregarnos día y noche en diarios y pantallas, se encarga de convertir todo en una sopa unificadora. Ya no hay diferencia, estamos todos hechos un asco.

Pero a pesar de las elevadas temperaturas, y las sensaciones térmicas del infierno, de la cercanía al congreso, de la soledad insondable, de los malos presagios y las inseguridades, este enero no está tan mal.

miércoles, 27 de enero de 2010

Resumen

Hoy vino L, mi gran compañera. Hacía un millón que no nos veíamos. Me llamó de la nada el lunes, y arreglamos para tomar mate. Yo venía de una noche espacial, ella de su casa linda de colegiales, barrio que le dio forma a su universo.

L es una de las mejores actrices que conozco. Tiene una cualidad muy escasa por estos tiempos: arriba de las tablas es lo más honesta del mundo. No quiere sentir las emociones de sus personajes, sólo espera y trabaja para que le pasen. Para que lo que sea que esté en juego le recorra el cuerpo de mujer petit, desde el suelo hasta los pelos largos. Es tan difícil ser verdadero ahí arriba y ella con su perfecta proporción de cabeza de cumbia, intelectual de izquierda, y ricotera ortodoxa lo logra sin probemas. Me hace bien ver a la L, me hace pensar en épocas más simples y futuros más hermosos.

Después me fui a lo de N que junto a su marido me invitaron a la fiesta de su depto puto lindo en belgrano. No sé cómo hicieron pero lograron tener la casa más gay de la historia. Todo blanco prolijo, con lámparas hermosas que costaron la nada misma porque N tiene ojo.
Ellas me pidieron sushi (pop porque estamos en enero), y me hicieron pisco souer mientras charlamos de Lemebel, lady gaga, y otros puteríos rosaditos. Nos reímos mucho con lo de la porterita.

Cerrando la noche y después de un intercambio furtivo de mensajes de texto que me dejaron despierta hasta ahora (por cierto, bravo), me arrimé al bar de siempre a saludar al cumpleañero. El otro equis se comió un planteo de amigovia con altura y expectativa, y yo me fui a casa a las mil y una, en paz con mi dignidad y a mano con el género masculino.
Ahora terminé de tomar la sopita reparadora, que me duele un poco la panza porque estuve durmiendo poco y comiendo raro. Además el ataque soviético irremediable me da hambre y sensación de tanqueta rusa.
Así mi día, recordando películas de Tinto Brass y tarareando equis melodía. Me dan ganas de irme de viaje y son 3 los caminos.

viernes, 22 de enero de 2010

Equis encuentro

Gracias. Me hizo bien. Cero veneno. No te preocupes, ya veremos.

Una Pimpi en el museo


Hace unas semanas hicimos juntada de chicas en casa. A contó que estaba preparando una muestra en PROA que tiene como característica ser un museo lindo lindo lindo, todo prolijito y blanco. El lugar es rígido, mucho cemento, mucho plan construction. Pero divino.
La propuesta es de Alejandro Cesarco, artista uruguayo. Es un happening, una intervención, en la librería del museo, con referencias a Hiroshima Mon Amour de Resnais. La paga es poca pero son sólo los fines de semana, por lo que la idea me resultó tentadora.
Y como una no se queda quieta agarré viaje. Así que me prendo a la perfo intelectualoide de PROA y me gasto los sábados y domingos, por unas tres horitas, vestida de vendedora de libros de las que indican más dónde está el baño que los precios astronómicos de reproducciones hermosas.
Veremos qué sale.

jueves, 21 de enero de 2010

Claridad

Últimamente las epifanías vienen de la mano de personas inesperadas. Un amigo nuevo me dijo algo que hace rato que vengo pensando. Sobre seguir mi naturaleza. Ayer entre problemas técnicos desatados por Violencia, gata terrorista, y charlas sobre el mundo y los barrios, de golpe la luz, ya sé qué tengo que hacer.
Pero ahora no puedo escribir. Mi contractura crónica descargó sobre mí todo su rigor y me tomé un equis relajante. Así que ahora estoy jugando a ser secretaria en plan gelatina, porque siento los dedos esponjosos. Me había olvidado del efecto que tienen éstos puteríos en mí.
Voy a decir lo que dice el prospecto. Voy a relajar. Que ya me duele menos la espalda y estoy segura de mi destino.

miércoles, 20 de enero de 2010

Expuesta

Habilité los comentarios. Sin red, sin moderación. Como corresponde.

Tarde cinematográfica


En la hora mágica, esa hora de luz violeta y rosa, con olor a humedad porque está por llover, a esa hora quiero estar pensando en cualquier otra cosa. En lo lindo lindo lindo que es el cielo a esa hora, en la textura del aire en mi piel, en la espera del milagro. Amo esa sensación de que puede pasar cualquier cosa.

Después del despilfarro involuntario de honestidad del lunes bien podría bajar un poco el tono, abanicar las pestañas y alejarme de mis palabras manchadas de veneno.


Porque fui venenosa antes de ayer. Yo sé. Qué se le va a hacer, es preferible decirlo, escribirlo, publicarlo, a que se te haga cáncer en la garganta.

Arranqué con lo de la hora mágica porque fue en ese momento que salí de trabajar, envuelta en mi pimpinela barata y llorando me perdí por colegiales, como si no supiera dónde estaba. Porque ahora no estoy triste casi nunca, estoy trabajando la de me pongo Andrea del Boca de golpe y todo junto.


Extraviada en un barrio conocido, como una forastera, a los tumbos en plan qué ganas de no verte nunca más (Valeria es la reina del resentimiento). Disimulando por turnos para que los vecinxs no notaran el colirio interior. Pero no había capa invisible que me salvara del escrutinio ajeno. Porque yo estaba caminando tranquila sin prisa, sin pausa, mientras todxs corrían al resguardo de algún techito preparándose para el tsunami porteño.

La hora mágica se estaba muriendo, fagocitada por la tormenta de la muerte. Pero no tuve tiempo de hacer el duelo por los colores que pintaban mi tristeza, porque rápidamente se levantó el viento que vuela todo, la fiesta de la lluvia de gota gorda, se estaba cayendo el cielo.

En poco tiempo ya estaba como salida de la pileta, con los mechones de pelo pegados a la cara, la pollera símil escurridor, y la remera blanca mostrando preguntales.

Así me subí al 151 que como veloz canoa navegó por el Palermo-Venecia y tardó sólo una hora en llegar al centro infierno que me hospeda.


Ahí me esperaba M con mimos y consuelos de amiga de años. Después de la ducha antipulmonía me puse el vestidito/mantel y me fui a una cena que estuvo de lo más interesante.

No podría haber sido más cinematográfico si lo hubiesen guionado. Son cosas que pasan en la hora mágica.


Siempre puede suceder algo lindo.


Brindo por eso.

lunes, 18 de enero de 2010

Hard comunications

Me confundí de teléfono. Pero pensé que no era grave. Esperaba distancia, pero no. Y ahora nudo en el pecho, con la certeza de que el otro lado está todo desenredado.
Desenredarme sería ideal. Ideal. Como el equis, desenredado y feliz. Ideal.

Se habrá enamorado? Habrá conocido a una gringa con la cámara cosida al pecho, sacando fotos en las ruinas de imperios alguna vez gloriosos y hoy escombros carísimos? Será eso?

A veces me agarra la idea de que el equis puede llegar a leer este blog. Por ahí lo hace. Y me veo a mi misma censurando oraciones enteras, para no mandar el mensaje equivocado. Pero al diablo con eso. Si quiere enterarse de cómo estoy, porque no puede llamar, porque le da culpa, porque no sabe... que lea mi humilde tacho de basura literario. Lo único que no quiero es ser la única en este entuerto. Podrida de hablarle a la nada misma.




De última, si no lo lee será un ejercicio más de catarsis patética, de duelo eterno, de este enero que es aburrido y el tedio es el mejor caldo de cultivo para la pimpi. Y si lo lee, que sepa que lo hago de frente, sin esconderme detrás de eufemismos rosas.

No sé cuándo se va a terminar esto, pero sería ideal que fuera pronto. Algo, un respiro, un cambio. Que mañana probablemente elimine este post a la mierda, arrepentida del vómito de oficina que ahora me brota. Pero hoy me importa un cuerno.
Hoy dejaré que otros me mimen, me hagan compañía, que necesito despejar el gris interno del día que venía soleado y se nubló de golpe.

Ya me siento mejor, escribir es útil.



lunes, 11 de enero de 2010

Update


Si una quisiera resumir podría decir que el relámpago que rompe lo negro del cielo me está llamando para que largue todo al equis y me vaya de caminata en la baires apocalíptica de esta noche. Pero eso es, en realidad, si una quisiera ponerse cursi en plan poético barroco escribo mucho digo nada.

Quizás a una le gustaría contar los espantos y delicias de su vida sexual, pero ni idea quién puede estar leyendo éstas líneas, ex amantes, amigxs, potenciales amantes, no quiero arruinar la ensalada de frutas poniéndole guindas.

En realidad lo que quiero decir, lo que una quiere afirmar, es que necesito un respiro. Del calor -ahí la lluvia- y de los hombres. Porque el esfuerzo que supone llegar a la instancia máxima de intimidad física es un incordio.

No es que me queje, no he tenido demasiados problemas en encontrar compañeros de ruta corta. Pero sí en encontrar uno que no me genere demasiado problema mental.

Un disparate la verdad. Un loco a la enésima. Trabajé la obse hasta ayer, la culpa hasta el domingo y la recalcada concha de tu madre hasta hace dos minutos. Estoy podrida, exhausta, muerta de calor y de hastío.

De todas maneras, esta es mi declaración. C'est finit! Basta de lidiar con inseguridades ajenas, bastante tengo con las propias. Basta de medir consecuencias, o de ignorarlas. Basta de este jugueteo molesto de masculinos limitados, que para problemas una tiene novio y no hace falta decir que estoy soltera.

Me quedo en el molde. Oyeron? Me guardo. Qué tanto. Que una está grande para estos trotes.

La lluvia alivia el calor y escribir deviene en catarsis. Así cualquiera. Decisión gente, decisión.

domingo, 3 de enero de 2010

2010 odisea del verano


Pasé un fin de año genial, potenciado por amigos, drogas, excesos y sol. Pero este texto nada tiene que ver con eso, no quiero arruinar mi recuerdo del paso fugaz del 2009 al 2010 teorizando sobre lo que me hizo sentir bien. Prefiero concentrarme en lo que no estuvo bueno, porque si intelectualizo lo otro voy a manchar el recuerdo feliz. No quiero.

Al margen de lo maravilloso, mi visita a la costa fue una aventura más que se cobra como víctima a mi maltratado amor propio. "En este momento tu baja autoestima es simplemente sentido común", línea genial de una película incomprendida, escucho esas palabras seguido últimamente.

La playa te saca toda magia, todos los artilugios, todo el puterío, el maquillaje, la ropa que te queda bien y muestra las tetas y las piernas pero no la panza. No me llevé nada a pinamar, nada que me hiciera sentir linda, y cuando quedé despojada de todo lo que me pongo para salir de mi casa, me sentí horrible. Eso, sumado a mi lenta pero segura transformación en un Rubén cualquiera, rodeada de hombres hermosos que sucede que son mis amigos, terminó por arruinar mi sensación de seguridad personal.

Tengo una cualidad adaptativa muy efectiva, copio con muchísima facilidad, hago propios los códigos ajenos, me envuelvo en ellos y salgo cual mariposa de crisálida transformada en otra. Eso pasó un poco en esta escapada playera.

A veces me imagino que soy un personaje moldeable, que hablo, como, cojo, escupo diferente dependiendo de la gente que me rodea. Y cuando eso cambia muy rápidamente, el contexto digo, una se siente como esos figurines a los que se les cambia la ropa, look verano, look invierno, look novia, look amiga de tal o cual, look inquilina, look en tacos, look en tetas...

Eso es lo que extraño del matrimonio, la unificación en vez de esta fragmentada pimpinela. La idea de que en algún momento se acaba todo y una vuelve con el que conoce lo bueno, lo malo y se queda.

En la arena, incómoda por la feroz presencia masculina amistosa y la imponderable existencia de niñas de 12 que parecen de 18, todo firme, todo idiota, miré el mar y me puse a pensar en el día maravilloso, el sol que me quemaba para estar más linda, en lo que me dolió la depilación, y lo poco efectivo que resultó el plan de olvidarme de que era dos de enero. Seguía siendo dos de enero, dos días después del apocalipsis findeañero y yo sintiéndome horrible milanesa gorda no de las finitas. Tampoco me sentí auténtica, ni yo, ni idea de quién soy.

Lo que sí puedo decir, sin temor a equivocarme, es que volver me hizo bien, ver a Violencia me hizo bien, gata furiosa que me odió por como 15 segundos, me rompió dos macetas y después se acostó al lado mío ronroneando hasta que me quedé dormida. A ella le caigo bien todo el tiempo. Con ella no hay puterío. Comida, cambio de piedritas, agua, mimos y listo.

Sigo esperando que lo que me unifique, que me recomponga, no sea nadie, ni algo, ni el tiempo -porque tarda mucho- sino un día, una mañana que cambie todo y yo sea yo. Por ahora soy esta, la encremada, luchando con uñas y dientes para no pelarme, por que el sol te da, pero también te quita tejido epitelial. Veré qué me depara el futuro.
Así las cosas.