sábado, 28 de noviembre de 2009

Mañana

Una se levanta de la cama con la misma actitud con la que se tira al mar y el agua está fría, y primero se moja los pies, y siente ese escalofrío cuando el agua le llega a lugares que no había tocado antes.
Y se da cuenta de que pasó el tiempo y una sigue ahí paradita, con el mar en los tobillos.
Avanza un poco más hasta que le llegue a las rodillas... brrr... -se dice así cuando es frío, porque prrr es ronroneo- y después los muslos depilados, porque una está en la playa y después un poquito más y cuando lentamente le llega al pubis una se frena. Que hace frío, que vuelvo, y se produce el efecto calor abajo, en la parte acostumbrada, y frío arriba, la expuesta al viento con olas que le garúan encima.
Entonces envalentonada una sale corriendo para adelante y se choca y se ríe y quéfríaestálaputamadre y mide la ola y la ves y corrés corrés corrés, y te metés como cuando cruzás una peatonal porteña en hora pico pero sin la gente ni el ruido.
Ahí le rompe la ola en todo el cuerpo abajo del agua, el remolino espumoso que aturde y una abre los ojos un microsegundo pero es salada y arde. Entonces saca la cabeza y con la maraña de pelos en la cara toma la decisión de hundirse controladamente hacia atrás para quedar peinada prolijita.
Así se levanta una de la cama.

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