viernes, 4 de diciembre de 2009

Viernes

Revoleo de whisky y perlas en este viernes y escribo en un blog que no lee nadie, y lo paso a fb porque ahí sí lo leen. Para qué tanto exhibicionismo? Para qué tanto puterío virtual? No tengo idea.
Me revuelco en el sofá con la idea antigua en el estómago y un par de puchos de almuerzo.
Camino al nefasto ciclo navideño, en la pendiente que termina en año nuevo, fecha que pienso pasar drogada como nunca para que los vapores festivos no se disipen y se queden flotando por lo menos hasta mitad de enero.
Le escapo al calor abriendo las ventanas sólo a la noche, como en Macondo y me acuerdo lo ridícula que es la discusión sobre si 100 años de soledad es mala o no.
Mi gata con actitud sid vicius se pelea con fantasmas de pelusa y los mira un rato largo hasta atacarlos con ferocidad.
Y yo mostrando todo esto en internet, para que se haga un poco más cierto, y la realidad sea el golpe contundente que me haga salir a laburar, que no tengo ni ganas hoy de emperifollarme y calzarme los paruolo de 12 cm para enseñar cosas que uno aprende en la vida.
Whisky y perlas, eso me falta, para que la pimpinela sea completa y el revoltijo, vómito y el pasado, pisado y el verano termine.
Pero no me gusta el whisky, resulté una nena, y las perlas no las tengo porque perlas y verano no señor, salvo que haya un solerito con lunares, pero no tengo todavía así que perlas no.
Me tengo que ir a trabajar y no tengo ganas, y quizá es sólo eso, que no tengo ganas, vengo y entumecida desde el lunes, porque los años pasan volando pero las horas no.
Hago la pimpinela de que estoy triste, porque no estoy del todo triste y hago la pimpi de estar feliz pero no estoy del todo feliz.
Nada, que nada, que eso, que estoy así, que no quiero ir a trabajar, que escribo porque me agarra la de Diario de mariAna Frank, pero no hay ningún holocausto, ninguna tragedia, porque encima lo publico y la gente lo lee.

Me recompongo. Me baño. Me maquillo (consejo de las Nancys). Me visto. Me voy.
Un ratito de pimpinela nada más, que tengo derecho, que al final una no puede estar contenta todo el timpo y cuando una descubre su miseria bueno es invitarla a tomar algo y presentarle a todos los que me conocen.




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