Pero ahora no puedo escribir. Mi contractura crónica descargó sobre mí todo su rigor y me tomé un equis relajante. Así que ahora estoy jugando a ser secretaria en plan gelatina, porque siento los dedos esponjosos. Me había olvidado del efecto que tienen éstos puteríos en mí.
Voy a decir lo que dice el prospecto. Voy a relajar. Que ya me duele menos la espalda y estoy segura de mi destino.
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