viernes, 18 de diciembre de 2009

Princesa de enero


Otra vez el revoltijo, y es que las cuestiones familiares no envejecen, se empeñan en quedarse ancladas como el aceite en la ropa.
Mi yo enfermo se retuerce porque pone todo en la misma bolsa, pero la única bolsa que cuenta tiene en su interior un miedo oscuro ante lo imponderable. Salud! Dicen cuando brindan, la plata va y viene -lo que importa es la salud- también dicen.
Basta de máscara princesa divina de enero, basta de oxígeno de artificio. Basta de policías en acción, maluna hermosa.

Basta para mí también de pisarme la cola, de ver el árbol en el bosque a la primera de cambio, la parte por el todo sin darle ninguna bola al todo.
Una cosa arriba de la otra, apiladas como fiambre alemán, como lasagna de angustia. Pero qué tal si una se levanta y de pronto no es nada terrible y los problemas son chiquititos como la princesa divina de enero, chiquita, grande y sarcástica.

Una señora -profesora de secundario que fue con sus alumnas a repartir juguetes al htal- le dijo con acento del interior (de qué no sé), qué bien se te ve... y ella, hermosa, atrás de la máscara (con agujeros que ya le dije que no son para rascarse la nariz) la miró y le dijo: "Psé..."
Claro, la mujer educadora educada debe haber pensado que era amable decirle a una nena internada que se la ve muy bien, con aire esperanzador.
Pero mi hermana no es cualquier nena de 8 y no le gusta nada que la traten como tonta y menos si se está comiendo el embole de su vida. Entonces el "psé" englobaba -con mirada despectiva y todo- que la verdad que voy a estar bien cuando no esté acá, aburrida y enojada, porque ella quería subirse al escenario hoy viernes y cantar y ahora no puede por este puto loco pulmonar. También fue un "psé" educado, porque no la mandó a la mierda (como yo estoy segura que quería hacer).
Seguido de un incómodo carraspeo la profesora sentenció: "es brava la nena...".
La respuesta de la srta fue lo primero que se le vino a la mente, lo que evidencia su honestidad.

Después de un rato, maluna se apiadó y les dijo a todas, docente y alumnas, que ahora se sentía mejor por lo que ellas le habían regalado y por su visita. La respuesta no se hizo esperar y un aaaaaaaaaaaaaah de ternura resonó en las gruesas paredes del Alvarez.

Si señora, es brava y es buena y es mi hermana.

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